El escritor, ¿nace o se hace?
No nacemos esto o lo otro, nos convertimos en todo lo que somos. Creo que la afición a escribir surgió cuando, siendo niño, ayudaba a estudiar francés a mi padre, de origen armenio, que se examinaba para escapar de su condición de obrero en Renault. Intercambiábamos nuestros deberes de francés. En cuanto a la afición a leer, nació con los libros que mi padre cogía prestados en el Comité de empresa de la fábrica. Es la vida la que nos hace, no el nacimiento.
¿Sigues algún protocolo propio a la hora de escribir? ¿o eres lo que prefieren seguir a las musas?
Escribo sin protocolo. Cuando la primera frase me gusta, dejo que la pluma se deslice libremente. Como ya he explicado, escribo sin ningún plan, de modo que todo puede surgir o desaparecer en cualquier momento de la escritura. Personajes tan imprescindibles como Gantulga, el niño de Ulan Bator, no tenían razón alguna para existir unas líneas antes de que surgieran bajo mi pluma. Y luego están ahí, existen, y son ellos los que ocupan su lugar en la historia. Ni siquiera el fin responde a ningún plan. Cincuenta páginas antes del final, aún no tengo la menor idea sobre él. Sólo sé que no hay que pasar de las seiscientas para no cansar al lector y, en consecuencia, me quedan cincuenta para encontrar un final a lo que he escrito. Hasta ese momento, no me intereso por él.
¿Qué consejo le darías a tu “yo” de hace unos años sobre el mundo de la literatura?
Ningún consejo. Estoy muy contento de que el éxito me cayera encima a los sesenta y cinco años. A esa edad no se construye ni una carrera ni una obra. Se disfruta del placer de que te publiquen con éxito, eso es todo. El mismo éxito a los cuarenta y cinco habría sido terrible: ¿podré vivir de esto? ¿Debo dejarlo todo para escribir? ¿Continuará el éxito durante los próximos veinticinco años? ¿Bastará para mantener a mi familia? A la edad que tengo, mi vida está hecha y mi familia está más o menos a cubierto. No sabría dar el menor consejo.
¿Qué libro te hubiera gustado escribir?
Me gusta haber escrito los míos, que ya es mucho. No envidio a ningún otro autor ni ningún otro libro, porque sé que no habría podido escribir ni siquiera los libros que más admiro. El resultado de la escritura es tan personal y está tan ligado a la vida del autor que preguntar qué libro me habría gustado escribir es preguntarme qué vida me habría gustado vivir. Y es una pregunta sin respuesta. Una vez más, no nacemos esto o lo otro, nos convertimos en todo lo que somos, y aquello en lo que se ha convertido cada autor en ningún caso puede pasarle a otro autor.
¿Qué le dirías al lector para que se decante por tu libro?
Que escribo novelas vagabundas, historias viajeras y tramas trotamundos que sólo se nutren del recuerdo de mis propios viajes. Que escribo primero para mí, para que mi novela me guste a mí, y que luego se las entrego. Suelo decir que soy un egoísta generoso, y confío en que eso se note en mis novelas.
Y ahora que alternamos el mundo físico del papel y el digital, ¿con cuál te quedas?
Papel, por el gusto del objeto. El ebook no me interesa en tanto que objeto, pero debo reconocer que como soporte puede ser interesante. Por un momento, contemplé la posibilidad de escribir especialmente para el ebook con añadidos de fotos, complementos informativos, mapas y documentos, pero no tarde en comprender que eso mataba la imaginación. Me gusta que los lectores se apropien de mi texto. Por ejemplo, en todos los sitios en los que firmo ejemplares los lectores tienen una idea definida de los personajes. Yeruldelgger, Oyun, Solongo, Gantulga… Sin embargo, prácticamente no los describo. De Yeruldelgger lo único que describo son las manos. De Solongo, el pelo. Lo que me gusta es la magia de la literatura, y la lectura digital podría matarla.
Hablando del mundo digital… ¿te gusta usar las redes sociales para interactuar con tus lectores?
Estoy muy presente en las redes sociales por su utilidad informativa (salidas, programas, firmas, festivales), pero mantengo cierta reserva como medio de relación. Por ejemplo, no hago ninguna crítica o crónica sobre los libros de otros. Encuentro que a veces las reacciones en caliente y con la cobertura del anonimato son muy crueles. Pero es una herramienta práctica para mantener el contacto con los lectores a los que conozco en persona en las firmas y las ferias.
¿Qué libro nos recomiendas?
Sin dudarlo, la novela. Para mí, sólo cuenta la escritura novelesca, porque pone la intriga y los personajes en el corazón del texto. Lo que a mí me gusta es contar historias, llevar al lector adonde menos se espera. Llegué a la literatura a través de los viajes, de los viajes auténticos, los que no tienen fechas ni destino. En los años 70 emprendí un viaje sin destino que duró veintisiete meses. Ese viaje cambió mi vida.
¿Qué libro nos recomiendas?
Dersu Uzala, de Vladímir Arséniev.
Y para terminar, ¿cuál ha sido tu última lectura?
La víspera de casi todo, de Víctor del Árbol.