Últimamente se ha puesto de moda una frase de Confucio que seguro que habréis escuchado o leído. El enunciado en cuestión dice así: Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo aprendí, lo hice y lo entendí.
A los que servimos a las historias, a la palabra y que nos encanta compartir relatos, contarlos y escucharlos, se nos hace difícil de digerir la primera parte. Y, sin embargo, entendemos que no existe un modelo paradigmático de aprendizaje, ni un dogma mejor, es decir, que no hay una solo manera para adquirir conocimiento. Y disfrutar con ello, ¡además!
Así, los que nos salimos del camino, solemos ser nombrados como “desviados”. Una palabra con tintes peyorativos en determinados contextos. Y un patrón a seguir como captador de tendencias o activista de vanguardia, en otros. La vida son emociones y necesitamos aprender a verlas y decirlas, para sentirlas y disfrutarlas, porque sin pretenderlo, en todo lo que transmitimos está el qué y el cómo lo vivimos.
Tejiendo, tejiendo y volviendo a tejer estas pautas, tenemos la trama de La Ampliadora. No, no es una sala de fiestas. No, no es una escuelita Waldorf. No, no es una academia de líderes. Como les gusta decir a ellos: es un espacio donde es posible otra forma de aprender. Hay proyectos, como este que nos ocupa, que te hacen dudar entre seguir o parar para volver a continuar. Una escuela que corrige tus pasos sin hacerte caminar de otro modo, simplemente más seguro, más activo… lo más importante de llegar a la cima está en las pequeñas metas que conseguiste en cada paso del camino.
Pero como: “otro slogan es posible”, vamos a fijarnos en la segunda parte del enunciado de Confucio: “lo vi y lo aprendí”. ¿Qué diferencia hay entre “mirar” y “ver”? Parece extraño pronunciar algo así como: “Hoy he mirado un chico muy guapo de camino a la Universidad”, ¿verdad?
No es la intención de este post teorizar, solo señalar que puede resultar muy estimulante sentarse alrededor de este octógono, con otras personas con inquietudes similares o complementarias, a “aprender” distintas formas de “mirar”, para “ver” cómo se despliegan los significados en la construcción de la imagen.
Y así llegamos a la tercera parte de la (últimamente) manida frase de Confucio: “lo hice y lo entendí”. Lo que no le podemos negar a esta tradición pedagógica, es que la aprehensión de los contenidos, es decir, la verdadera y genuina apropiación del mensaje (cuando lo hacemos “propio”), pasa por la elaboración, por la producción, por la creación.
Así que, desde Agapeaescultura, os invitamos a visitar el Pa-ta-ta Festival con sus itinerarios fotográficos, sus proyecciones y todas las intervenciones artísticas en Granada estos días. Y, especialmente, os invitamos a informaros sobre sus cursos, desde los veraniegos para peques que comienzan en breve, hasta toda su amplia oferta anual.
Lo que nos atrapa de una imagen estática, de una fotografía, por ejemplo, es lo que se esconde, la historia que oculta, su capacidad para capturar un instante y abrir mundos al que lo mira. ¡Aprendamos a producir esta magia con La Ampliadora! ¿Una escuela de fotografía donde lo más importante no es la fotografía? La Ampliadora, Escuela Social de Fotografía. FORMACIÓN ABSOLUTAMENTE NO REGLADA.
Nunca volveremos a “mirar” igual.